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Mi profesor ~ Capítulo 22

Mi profesor 
_ No iba a contestar eso – respondió Johnny mirando por unos cortos segundos a la muchacha – Deziré me llamó. Supuse que no podía con ustedes y que necesitaba un poco de ayuda – explicó.
_ No debió llamarte.
_ Bueno, para algo les di mi número el primer día de clases, no? Me alegra que ella haya confiado en mí aunque sea para transportar a unas cuantas señoritas con mas alcohol que sangre en el cuerpo – bromeó.
_ No me parece gracioso – replicó Rose.
_ Debe ser por las copas – continuó Johnny, provocando que la muchacha sonriera a pesar de que hacía buen tiempo que trataba de mantenerse seria – Te ves mas linda cuando sonríes que cuando te comportas de esa forma tan ruda y siempre a la defensiva.
_ Y tú te ves mucho mejor cuando te comportas como una persona normal y no como un psicólogo – respondió Rose sonriendo de forma pícara.
_ Quiere decir que me ves como algo mas que el psicólogo del internado – murmuró Johnny esperando a que Rose contestara el comentario pero la muchacha no se inmutó – Sucede algo?
_Qué haremos con Marta? – contestó Rose evitando continuar la conversación para iniciar con otra – Su madre es una histérica y seguro la mata si la ve llegar así.
_ Crees que en tu casa continúe la fiesta? – preguntó Johnny a lo que ella asintió – Entonces haremos esto: Dejamos a las muchachas en sus casas y tú vienes con Marta a mi casa, qué te parece?
_ Una buena idea – contestó Rose esbozando una sonrisa. Johnny hizo lo mismo y prosiguieron con el camino en absoluto silencio. Tardaron una hora en llegar a la ciudad y el mismo tiempo en dejar a las chicas en sus casas previo agradecimiento de los padres al profesor que simpatizaba de forma inmediata con ellos. Pasaron veinte minutos cuando llegaron a la cabaña de Johnny, donde todo estaba perfectamente ordenado – Es tu novia la que limpia, no? Digo, algún motivo debe de haber para que sigas con ella – comentó Rose quien fue la primera que entró. Detrás de ella venía Marta apoyada en los brazos de Johnny y, aunque el licor empezaba a desvanecerse, aún le era dificultoso caminar sola.
_ Luego podemos seguir hablando de Romina, por lo pronto, ayúdame y abre la puerta de mi habitación…
_ No! No! Tengo hambre – exclamó Marta soltándose de su primo que quedó extrañado ante la reacción – Por qué mejor no cocinamos algo y…
_ No, Marta – le interrumpió Rose – Lo que debes de hacer es descansar.
_ Ya entendí – murmuró Marta riendo – Lo que sucede es que se quieren quedar solos –dijo la muchacha sin borrar el gesto de su rostro – Pues no se preocupen, yo sola iré al cuarto y – tropezó al darse vuelta – Quién dejó esa mesa allí?
_ Siempre ha estado allí – contestó Johnny riendo al igual que Marta quien no tardó mucho en regresar en entrar a la habitación para así dejar a solas a su amiga y al profesor – Quieres un café? – preguntó dirigiéndose a Rose que se encontraba a unos pasos de él – O prefieres seguir hablando de mi novia?
_ No – contestó Rose sonriendo – Ahora le toca a usted poner un tema de conversación.
_ Sí? Bueno – Johnny hizo una pausa en lo que se sentaba en las escaleras, que dirigían a su oficina, acompañado de Rose – Hablemos del beso que me diste como bienvenida.
_ Pensé que los besos simplemente se dan, no se piden explicaciones semanas después.
_ No los que son hechos por una apuesta – replicó Johnny – Y mucho menos si se trata de una persona comprometida.
_ Se siente comprometido con su novia? Porque, pareciera que no, sobretodo por el hecho de que se encuentra hablando de “besos” con su alumna – respondió Rose – Usted no está enamorado de ella y estoy segura de que si conociera a una persona que sí cumple sus expectativas, la dejaría.
_ Por qué estás tan segura?
_ Porque llevo segundos acercándome a usted y, no ha hecho nada – contestó Rose antes de saborear los labios del profesor por segunda vez solo que en esta ocasión no se trataba de una apuesta sino que, era un impulso pedido a gritos por el corazón y al que Rose no pensaba negársele y al que Johnny no pretendía resistirse.

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