Mi profesor ♥ |
_ Es para los profesores, el director lo pidió y…
_ Nosotras te ayudamos! – interrumpió Silvia tomándola por el brazo para llevarla hasta donde se encontraban los utensilios. Anna, quien se encontraba en la puerta, hizo la señal de que no había nadie en el pasadizo para que Rose echara aquel tranquilizante el polvo en la masa que estaba a medio batir. Raquel jamás lo notó. Colocó el pastel en el horno esperando a que se cocinara y luego de ello lo llevó hasta la oficina donde los profesores se encontraban, también le llevó una rodaja al guardián y dejó el último pedazo para el director. Aquella noche todos ellos quedaron profundamente sin motivo aparente y las chicas aprovecharon para ayudar a que Anna se escapara. Corrieron hasta el jardín para cuidar de que no cayese al saltar la reja que rodeaba el internado y luego de pedirle al muchacho que la cuidara y la trajera a la hora pactada, regresaron a su dormitorio.
_ Se han dado cuenta que tenemos el lugar solo para nosotras? – preguntó Marta al entrar a la habitación con los brazos extendidos, como si abrazara la libertad.
_ Y qué tienes en mente? – respondió Silvia sentándose junto a ella – Nada de licor eh! Sabes que despertarán en cualquier momento – añadió al ver la gran sonrisa en el rostro de su amiga.
_ Ella tiene razón – intervino Rose – No querrás más problemas de los que ya tenemos.
_ Tienes razón, yo ya no quiero mas problemas – contestó Marta arrodillándose junto a Rose que se había sentado en el suelo – Pero quizás tú sí – dijo entre risas a lo que Rose la observó confundida – Así te terminan mandando con mi primito – añadió riendo mientras empujaba a Rose – Bien que quieres!
_ Ay dios, claro que no – respondió Rose – Con lo horrible que es…
_ Horrible? Estás ciega…
_ O te afecta algo en la cabeza? – interrumpió Silvia concluyendo lo que Marta pensaba decir.
_ Bueno, en realidad, hay algo que me encanta de él – dijo Rose en tono pícaro mientras sonreía de la misma manera. Sus amigas se entusiasmaron esperando a que se sincerara – Su moto – concluyó suspirando en medio de las almohadas que empezaron a tirarle Marta y Silvia.
_ Por favor Rose, no me dirás que después de ese beso no sentiste nada – murmuró Marta.
_ No – respondió ella cruzando los brazos – Preferiría tener que besar a Jorge antes que besar a tu “primito” – dijo con tono burlón – nuevamente. La conversación continuó extendiéndose por tres largas horas sin percatarse que Anna no había llegado. A la mañana siguiente ellas se despertaron dándose con la gran sorpresa de que la cama de su amiga estaba vacía, lo mismo fue el día domingo hasta el lunes por la mañana.
_ Le habrá sucedido algo? – preguntó Silvia nerviosa mientras Marta caminaba sin sentido por la habitación.
_ Claro que no, hay que tranquilizarnos – respondió Rose – Quizás ya está en el salón, saben como es ella, no le gusta llegar tarde ni nada – añadió abrazando a Silvia para calmarla, en vano – Ahora, tenemos que ir sino la viejo ese de historia se pone como loco – dijo con una gran sonrisa tratan de contagiar su entusiasmo a las dos. Ellas asintieron pero no había servido de nada, continuaban aturdidas por la falta de Anna.
_ Tarde, como siempre – les dijo el profesor de grandes lentes cuando el trío cruzó la puerta – Siéntense rápido porque estoy perdiendo valioso tiempo – indicó con aquella voz cavernosa que tanto atemorizaba en el internado. El profesor continuó su clase durante una media hora hasta que notó que el pensamiento de Rose se encontraba muy lejos de aquella aula – Polo – la sobresaltó él haciendo que regresara a la realidad – Repite lo que acabo de decir – le ordenó.
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